24 de abril de 2014

ECOEXPEDICIÓN A LOS PARQUE NACIONALES DE RUMANIA. GRANDES CARNIVOROS.

Os dejo artículo de nuestro compañero y guía de la expedición de Ecowildlife a Rumania, José Carlos de La Fuente sobre el seguimiento de rastros y el éxito de la escapada.

Amanece con una nevada tardía, en las montañas Postavaru, que pertenecen a esa inmensa herradura de piedra que son los Cárpatos, andamos camino arriba, a media altura entre la ladera de prados que preceden al bosque de hayas, piceas y alerces, y el riachuelo que labra el Valle Largo (Vala Lunga). El canto de los pinzones, los mirlos y los zorzales llena el fresco aire de la mañana. Es primavera, a pesar del paisaje blanco, y va empezando el bullicio de los páridos en las copas de las coníferas. Los delicados carboneros palustres y los herrerillos comunes se mueven entre las ramas,  chasqueándose unos a otros.

Hemos cortado huellas  frescas de un oso mediano (Ursus arctos), una osa con su cachorro de un año de la noche anterior y un lince (Lynx lynx), muy reciente. Avistamos al oso solitario, ladera arriba, con toda su atención puesta en el suelo nevado. Lo enfocamos con el telescopio. Busca alimento en el suelo. Tiene unos tres años, según Flavio, nuestro guía local. Está tremendamente delgado, es todo cabeza. Recién salidos de la hibernación, la nevada de abril les ha complicado la vida a estos titanes de la montaña. La hierba, el rico ajo de oso, los micromamíferos, todo está oculto bajo el manto blanco otra vez.

Mientras observamos a nuestro oso, un felino salta de un arbusto, dando brincos nevero arriba, hasta desaparecer tras un perfil de la topografía. Es un lince. Se confirma lo que nos decía el rastreo.
El oso, se fija en algo y se  lanza hacia delante con las dos manos juntas. Está cazando lo que desentierra en su afán.

Una hora más tarde, nos dedicamos a chequear la ladera. En el suelo está escrita la actividad de los dos carnívoros. Descubrimos que el lince ha fundido la nieve con uno de sus chorritos de orina, marcando su territorio. Si acercas la nariz, despide ese característico olor a gato que me hace recordar a nuestros linces ibéricos. Leemos los saltos en su huida. Grupos de cuatro huellas con un metro aproximado de distancia. Repaso detalles de las huellas de los felinos que no vienen en los tratados de rastreo y que en algún caso los contradice. Las uñas, los talones, el antebrazo… Ahora le toca nuestro famélico plantígrado. Seguimos sus pisadas hasta cada excavación. Ha ido localizando guaridas de topillos campesinos (Microtus arvalis), y los ha atacado. Podemos observar el nido abierto, con parte de la hierba fuera. En algún caso ha volteado algún tronco caído que fortificaba el refugio de los roedores.


Las expediciones de ECOWILDLIFE proporcionan al viajero naturalista algo más que la simple observación de la fauna o del paisaje. En ellas todo se integra y se interpreta, para convertirse en viajes de conocimiento y aprendizaje para el amante de la vida salvaje.

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