En esta tercera entrega de Parques Nacionales, nos acercamos a Serengeti en las planicies de Tanzania. La primera vez que estuve allí ni tan siquiera corría por mi cabeza ese gran proyecto que ahora tenemos en marcha de Ecowildlife Travel.
La primera vez que visite en safari el Parque Nacional de Serengeti en Tanzania tuve la sensación de que llegaba aun lugar donde el tiempo se había detenido para siempre, quizás fue también porque era mi primera visita a África y mis ojos no se acababan de acostumbrar a tanta inmensidad y belleza.
Apostados junto al río Grumeti, donde los cocodrilos aguardan pacientemente su comida me recordaba de aquella película de National Geographic; “Las mareas del Kirawira”, donde los enormes saurios devoraban uno tras uno a los indefensos ñus que se atrevían a cruzar sus aguas y aquellos que se escapaban eran cazados sin remisión en la orilla opuesta por las emboscadas de los leones.
Al ser el mes de las lluvias también se produce la paridera anual de los herbívoros y cada ñu, cada gacela o cada cebra va acompañada de un pequeño vástago que tiene escasas posibilidades de sobrevivir esa primavera, otros cazadores como hienas y guepardos o licaones esperan ese momento. Pese a todo, pese a la crueldad de eso magníficos instantes de safari, la vida en Serengeti se regenera cada ejercicio, las inmensas manadas se mueves como las manecillas de un reloj entre su enorme extensión y Maasai Mara al norte devolviendo a la naturaleza el gran espectáculo de la vida y de la muertes que es “la gran migración de la sabanas centroafricanas”
Corría el mes de Marzo y nos encontramos la migración justo en el centro del parque, millones de herbívoros que se movían al unísono y acompasadamente al ritmo de las lluvias. Porque cuando llueve en Serengeti, la vida brota al instante. Crece la hierba, hay comida para los herbívoros, para los carnívoros, para todas las criaturas de la tierra y el paraíso abre sus puertas a todos los que le quieran visitar.
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