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17 de julio de 2013

Los cérvidos europeos (I): El corzo


Este artículo es el primero de una série de entradas dedicadas a los cérvidos europeos.
Si paseamos por los bosques templados europeos, nos encontramos indicios que nos hablan de la presencia de una criatura perfectamente adaptada a la vida forestal. En el margen, en la orla de arbustos que protege la floresta, las hojas tiernas del zarzal (Rubus sp.) están mordisqueadas y sólo les queda el pecíolo. Ya en el interior del bosque, algunos arbolillos se encuentran descortezados, como si les hubieran arrancado la corteza con la punta de un estoque. Es posible, que si nuestro paseo tiene lugar en el crepúsculo, oigamos un grito que puede recordar a un ladrido ronco: aaooooooooooghh!!!!! Todo indica que en aquel bosque habita el corzo (Capreolus capreolus).
El corzo es el cérvido europeo más pequeño. Su cuerpo, su cornamenta, de pequeñas dimensiones son adaptaciones a la vida forestal. El mayor desarrollo de los cuartos traseros en relación a los delanteros, le permite saltar de forma prodigiosa. Quien ha observado la huida vertiginosa de una corza y sus dos gemelos adolescentes esquivando árboles y obstáculos no lo olvida.

Hemos tenido bonitas observaciones de corzos en nuestros viajes naturalistas. Un espléndido macho de unos cuatro años, al que observábamos puntual como un reloj en nuestras esperas loberas en La Culebra. Tres hembras en medio del anaranjado, amarillo y ocre de los bosques de Bucegi en Transilvania. Los gritos de alerta que lanzó un ejemplar, acosado por el lince boreal que acabábamos de observar en otro parque nacional rumano, PiatraCraiului.
Hemos encontrado prosperas poblaciones de corzo en territorios con buenas densidades de lobo (Canis lupus), su mayor depredador, lo que indica el preciso equilibrio que se establece entre depredadores y presas. Es un hecho constatado que la expansión del corzo que se viene produciendo desde los años ochenta del siglo XX, ha sido paralela a del lobo ibérico.

Durante el mes de agosto, los celos se entregan al celo, por lo que los observamos en nuestras escapadas naturalistas por los espacios salvajes que exploramos con Wildlife Spain.

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