Coleccioné la Enciclopedia Salvat de la Fauna entre los diez años y los once años, en la edición que lanzaron inmediatamente después de la muerte del Dr. Rodríguez de la Fuente. Para confeccionarla, Félix había reunido a finales de la década de 1960 a un equipo de brillantes naturalistas jóvenes y prometedores. El equipo de redacción recogía en los textos buena parte del conocimiento sobre la fauna mundial y era inevitable que reflejase el trabajo de Schaller, Fosey, Van Lawick, Grzimek, Goodall o el mismo Rodríguez de la Fuente.
He seguido releyendo esa enciclopedia toda mi vida y a muchos de los investigadores citados en ella, directamente de su obra. Y uno de los que más admiro, seguramente porque mi interés en los mamíferos carnívoros encuentra en su trabajo una fuente inagotable de inspiración y conocimiento, es Hans Kruuk.
En mis viajes para Ecowildlife Travel, soy afortunado de poder conocer en directo a muchas de esas especies con las que soñaba en mis lecturas infantiles y he podido constatar como muchos de los logros alcanzados en el trabajo de aquellos pioneros siguen plenamente vigentes. Y es precisamente en el libro de Kruuk The spotted hyena donde encontré la confirmación al comportamiento que grabé en nuestro safari por Kenia en abril de este año.
Dejábamos el Lago Nakuru con las últimas luces del día. Una hiena manchada patrulla la sabana. Durante la secuencia, observamos como dos chacales de lomo negro se enfrentan a la poderosa cazadora. Alternativamente, le intentan morder las piernas asaltándola por detrás. Y se le enfrentan. A pesar de la evidente diferencia de tamaño y de potencia, el lenguaje corporal de la hiena habla de derrota. Primero, un medio galope que interrumpe súbitamente su paso amblar, nos habla de un sobresalto, en el mismo momento en el que unos de los chacales entra en campo. Luego introduce la cola entre las patas y esto no necesita mucha explicación.” Probablemente voy a huir”
Mientras la imponente hiena deja amblando el lugar y a los dos menudos cánidos como vencedores de un duelo más mental que físico, por el fondo dos secretarios pasean casi como una pareja de transeúntes que evitan los problemas mirando hacia otro lado cuando topan con una pelea callejera.
Sabía que los chacales interactúan muy frecuentemente con los grandes depredadores con los que coexisten. Y había leído que si no hay una presa que robarse mutuamente, hienas y chacales se suelen ignorar. Entonces, ¿cuál debía ser el motivo del conflicto? Pensé si la pareja no tendría a su camada oculta en alguna invisible madriguera. Los chacales aprovechan para este fin agujeros de facocero, viejos termiteros y ubicaciones semejantes.
Ya en casa, compré el libro de Kruuk que recoge su intenso estudio de las hienas manchadas en Ngorongoro y Serengueti. En él encontré que sus observaciones coincidían con lo observado por nuestro safari en Nakuru. Los chacales defienden a sus cachorros solos o en parejas, cuando una hiena se aventura demasiado cerca de su madriguera de cría tal y como vimos aquella tarde. E, invariablemente la hiena huye lentamente del lugar.
Refuerza la confianza del naturalista la idea de que la observación de la naturaleza le va proporcionando conocimientos como para que sus conclusiones coincidan con autores como éstos. Y es un hermoso privilegio poder seguir multiplicando esas observaciones, aprender sobre los animales y poder compartir eso con quien nos acompaña en nuestras expediciones.
En Diciembre parto con un grupo en busca del Tigre de Bengala a la India y en Abril con otro grupo a Kenia en busca de la Gran Migración. Si me queréis acompañar tenéis toda la información en los enlaces.
JOSÉ CARLOS DE LAFUENTE