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3 de septiembre de 2018

KENIA: ELEFANTES EN SAMBURU, UN ATAQUE SORPRESA


En la maravillosa tierra de los Samburu, en el norte de Kenia, disfrutamos de uno de nuestros safaris. El camino pasa entre el “bush” que tiene bastante altura aquí. Una manada de elefantes llega por entre la estepa arbustiva. Pasan en paralelo a nuestros coches. Algunos ramonean, otros siguen avanzando. Percibimos intranquilidad. Nuestros conductores detienen los coches y, ante la cercanía de algunos de ellos, reculan con prudencia para dejar a los animales su espacio.

Desde la seguridad del coche y con la confianza absoluta en la pericia y el conocimiento que nuestros conductores tienen del comportamiento de la fauna, que garantiza nuestra seguridad y la de los propios animales, observamos las fanfarronadas de algún adolescente. Es como observar una tormenta de verano desde la seguridad de tu casa, una fuerza de la naturaleza observada con fascinación.

Me explican nuestros guías kikuyu que un joven como aquel, sacudiendo la cabeza con las orejas desplegadas y trompeteo es pura fanfarria. Si un elefante carga lo hace con las orejas pegadas al cuerpo y en silencio.

Finalmente, la manada cruza el camino por delante de nosotros, casi en estampida. El paso amblar, que consiste en mover a la vez las dos extremidades del mismo lado a la vez, es el patrón más rápido que pueden ejecutar los elefantes.

El nerviosismo de esta familia se puede deber a que la matriarca porta collar. Este clan es uno de los integrados en el Elephant Samburu Project, que realiza una importante y longeva monitorización de los elefantes de la región. Este trabajo que ha radiomarcado a 900 elefantes a lo largo de sus años de vigencia, ha aportado un precioso conocimiento sobre los movimientos de los paquidermos, sus relaciones, los lazos que los unen, en definitiva su comportamiento. También está ayudando de forma decisiva a mitigar el conflicto con las comunidades agrícolas afectadas por los asaltos de elefantes a los cultivos. Y, por descontado, a la lucha contra el furtivismo organizado, localizando a los grupos más vulnerables y manteniendo tropas cercanas para protegerlos.

Mientras tanto, pienso en el joven fanfarrón avanzando hacia nosotros. Miles de años atrás, los sapiens debieron contar historias sobre observaciones como estas alrededor de las hogueras de sus campamentos. Estoy seguro de haber sentido un escalofrío placentero similar ante esta escena atávica que los humanos que coexistieron con la megafauna tristemente desaparecida hace milenios.

En Semana Santa vuelvo a Kenia con un grupo, si quereis acompañarme teneis toda la información en este enlace.

JOSÉ CARLOS DE LA FUENTE

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