En Septiembre, en la Sierra de la Culebra, esperamos a los
lobos de la manada de Linarejos al amanecer. Las primeras lluvias del otoño han
activado la berrea de los ciervos. Un enorme macho que luce una cornamenta
espléndida, de gran envergadura y dieciséis puntas, brama desafiando a
cualquier aspirante a asaltar su harén de hembras. Encendido por el celo, huele
el suelo, los matorrales, reconociendo los efluvios dejados por las ciervas y
por los otros machos, interpretando el secreto lenguaje de los olores. Otro
macho aparece en el prado agostado. Se enzarzan en una lucha, entrelazando sus
cuernas y empujando con todo su enorme vigor. Levantan nubes de polvo. El
ganador se habrá ganado el derecho a reproducirse y perpetuar sus genes
vencedores. Un buen número de la
siguiente generación de cervatillos moteados serán hijos de uno de los
contendientes. La berrea es uno de los grandes espectáculos faunísticos que
ofrece la naturaleza europea y el aspecto más relevante de la biología del
ciervo común (Cervus elaphus).
Este ungulado es el monarca de los bosques templados, en la Península Ibérica encuentra su hábitat más típico en los bosques mediterráneos, del centro sur y oeste. La gran variabilidad de ambientes que ocupa en su distribución mundial, provoca también una gran variabilidad de tamaños en el ciervo: desde los moteados ciervos de Berbería norteafricanos, que apenas alcanzan los 100 kg de peso a los gigantescos wapitis norteamericanos y ciervos de la taiga siberiana que pueden alcanzar los 350 kg. En la Península Ibérica, encontramos dos subespecies descritas por el eminente masto zoólogo Ángel Cabrera. La circunscrita actualmente a los cotos de Doñana y entorno, Cervus elaphus hispanicus, más menuda y de cuerna más pequeña. La presente en el resto del territorio, desde Sierra Morena a los Pirineos y la Cordillera Cantábrica, de mayor envergadura y peso que la marismeña (Cervus elaphus bolivari).
Este ungulado es el monarca de los bosques templados, en la Península Ibérica encuentra su hábitat más típico en los bosques mediterráneos, del centro sur y oeste. La gran variabilidad de ambientes que ocupa en su distribución mundial, provoca también una gran variabilidad de tamaños en el ciervo: desde los moteados ciervos de Berbería norteafricanos, que apenas alcanzan los 100 kg de peso a los gigantescos wapitis norteamericanos y ciervos de la taiga siberiana que pueden alcanzar los 350 kg. En la Península Ibérica, encontramos dos subespecies descritas por el eminente masto zoólogo Ángel Cabrera. La circunscrita actualmente a los cotos de Doñana y entorno, Cervus elaphus hispanicus, más menuda y de cuerna más pequeña. La presente en el resto del territorio, desde Sierra Morena a los Pirineos y la Cordillera Cantábrica, de mayor envergadura y peso que la marismeña (Cervus elaphus bolivari).
Quizá el rasgo más llamativo del ciervo es su cuerna,
amplia, ramificada y caediza. Exclusiva de los machos de la especie, estos la
pierden y la reponen anualmente, gracias a un complejo proceso fisiológico en
el que están implicados minerales como el fósforo y el calcio y una determinada
cantidad de testosterona en el torrente circulatorio. La cuerna es hoy
ambicionada como trofeo por cazadores de
todo el mundo. El tamaño y complejidad de la cornamenta del ciervo depende de
su vigor a partir de los dos años, reflejados en dos puntas normalmente. En
grandes fincas cinegéticas se realizan gestiones artificiales con el objeto de
obtener cabezas con los mejores trofeos, pero, como siempre, es la naturaleza
la que realiza la gestión perfecta. La población en la que aparecen mayores y
más esplendidos ejemplares de ciervo en España es la de la Sierra de la
Culebra, donde convive con la mayor densidad de toda Europa occidental de su
mayor depredador natural, el lobo. La acción depredadora del gran cánido
salvaje, que actúa sobre los ejemplares menos aptos, moldea unos ciervos
imponentes difíciles de encontrar donde se gestionan de forma artificial. En
nuestra última ecoexpedición a estas sierra zamoranas, hemos podido asistir al
ataque combinado de dos lobos a un grupito de tres ciervas, que han conseguido
eludir los colmillos del gran depredador.
En Wildlife Spain, nos deleitamos con la contemplación de
ciervos salvajes en varios de nuestros tours. Observamos a los ciervos
marismeños en Doñana, subespecie única en el mundo. Nos emociona la berrea en
las dehesas de Monfragüe y en las rañas de Cabañeros. Asistimos a la
convivencia en equilibrio entre venados y lobos ibéricos en los jarales de la
Culebra… Nos impresiona contemplar los gigantescos ciervos de los Cárpatos en
nuestras expediciones a la Rumanía salvaje. Una especie que simboliza el antiguo
espíritu indómito de los bosques europeos.
Os dejo un vídeo de la berrea en Monfragüe y en este enlace el calendario de nuestras salidas de este otoño a ver la berrea.